¡Buenos días! Soy Néstor Garrido y he decidido crear este blog única y exclusivamente para publicar algún relato corto o realizar reseñas de lecturas que me hayan agradado. No mentiré: La génesis de este proyecto responde primera y únicamente a mi deseo de concursar en el certamen de relatos de Zenda, pero dado que hace años que no publico ningún blog si no es por motivos laborales (soy maestro), he decidido que ya que comenzaba con ello, ¿Por qué no seguir? Tampoco tiene mucho sentido extenderse más allá, simplemente, seguid leyendo.
Este es un relato corto que realicé hace ya unos diez años para un certamen, que no tuvo la calidad para ganar, pero del cual me siento muy orgulloso. También fue lo primero que registré, y después ya procedí a registrar mi primera novela, D&A , que a día de hoy, si la revisito, la veo más como un experimento de juventud que una obra literaria. Espero que este relato resulte de vuestro agrado. ALEXANDER BONDENBURG O EL MODERNO PERIANDRO Alexander Bondenburg. Ése era el nombre. Nombre de mi mejor amigo. Sin embargo, ahora ya no era él mismo, por decirlo de algún modo. El antiguo Alexander, de padres alemanes, que tan buen amigo mío fue y con el que tantas risas y momentos de sinsabores o alabanzas compartí, se encontraba ahora en un estado demacrado y harto irreconocible. Juntos recorrimos la facultad, de filosofía, por cierto, y acertadamente dimos con la obtención del doctorado, casi codo con codo, hombro con hombro, avanzando siempre hacia adel
EL DIARIO NOCTURNO «Día 10 Ya llevo 10 días en casa y reconozco que la situación me comienza a afectar. La cuenta baja y las deudas suben. Los cigarrillos bajan y los humos suben. Mi cabeza se satura y algunos comienzan a hacérseme cada vez más inaguantables. Salgo al balcón. Toca cantar resistiré. No conozco la letra ni tengo un teléfono móvil con buen altavoz. Pero ahí estoy, con mi perro encaramado a la barandilla metálica que nos separa de la calle. La puta calle. Mi vecina de la derecha (¿2ºB? ¿2ºC?) sale también, sonriente, y me saluda casi con candor: “Buenas tardes, José”. Inclino la cabeza y sonrío. Para una persona que veo al día, habrá que ser amable. Vuelvo a entrar, y observo mi piso. Desnudo. Un piso vacío para un hombre vacío cuya única consistencia dentro de una levedad etérea es su perro. Y después de 10 días encerrados, comienza a hacérseme inaguantable. Huele mal. Y es un perro. Día 15 Joder. No llego a tiempo a lo
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